Tanta desesperación por alcanzar el cielo.
Tanto esfuerzo en diseñar una escalera,
tanto trabajo para construirla,
tanto riesgo para colocarla,
tanta belleza para no cuidarla.
Y cuanto miedo a quitar la verja,
Esa verja que impide salir al exterior
Esa barrera invisible que limita,
que no deja entrar la frescura ni la brisa.
Cuantas limitaciones sin sentido,
Cuantos sueños rotos, cuánto tiempo perdido.
El Molinero
Tanto esfuerzo en diseñar una escalera,
tanto trabajo para construirla,
tanto riesgo para colocarla,
tanta belleza para no cuidarla.
Y cuanto miedo a quitar la verja,
Esa verja que impide salir al exterior
Esa barrera invisible que limita,
que no deja entrar la frescura ni la brisa.
Cuantas limitaciones sin sentido,
Cuantos sueños rotos, cuánto tiempo perdido.
El Molinero
1 comentario:
No hay mayor barrera que aquella que uno va construyendo en su cabeza, empeñados quizá, en que el paso del tiempo la tirará al suelo.
De nada sirve el lamento, ni meterse las manos en el bolsillo esperando que eso ocurra.
Consiguimos eso si, que cada peldaño que nos esforzamos por subir, lejos de acercarnos a la cima nos lleve directamente al primer escalón.
Una espiral con forma de escalera, que nos hace girar sobre su propio eje, centro del miedo que nos pierde a cada vuelta un poco más.
Es hora de sacar las manos de los bolsillos y construir una escalera sin bucles, sin vueltas de tornillo, ni caracol.
Besos de colibrí...
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